TU REINO NO ES DE ESTE MUNDO






TU REINO NO ES DE ESTE MUNDO

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Tu reino no es de este mundo,
el nuestro tampoco
aunque nuestras manos se aferren a los cetros
y nuestras cabezas suspiren por efímeras coronas de laurel;
tu reino no es de este mundo,
el nuestro tampoco

Eres hijo de hombre,
no de dioses ni de sus nobles descendientes;
por tus manos corre la sangre roja del obrero,
no la sangre azul y pálida de los que temen al sol mañanero.
En tu cabeza anida el peso de una fatiga
amasada entre sudor y espinos,
sin lugar para coronas o mitras
que nunca conocieron
el noble sabor de la palabra “sacrificio”.

Tu reino no es de este mundo,
el nuestro tampoco;
por eso lo pedimos cada día
con el ansia del niño
que se aferra al cálido pecho de su madre,
desnudo de cualquier apego,
ebrio de vida y alegría.
Tu reino no es de este mundo;
el nuestro, tampoco.

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