La Pascua esperada, aquella gran fiesta
que año tras año el mundo festeja;
Aquella que nos recuerda el desierto
en el que creimos desfallecer,
se viste de pronto de sangre, de gritos,
de llanto y dolor.
Aquel que seguimos, aquel que amamos ha muerto;
¿Aquí acaba todo? pregunta mi mente, mi cuerpo y todo mi ser.
el cielo se cubre de un negro manto
y el alma se llena de miedo y pesar.
Hace unos días entraba triunfante, cubierto de palmas;
cientos de voces clamaban "Bendito, bendito".
A su paso lanzaban fanfarrias, lanzaban guirnaldas de olivo;
Y ahora yace en frio sepulcro cubierto de aceites y telas,
cubierto de olvido, cubierto de oprobio.
Mi mente pregunta, mi alma reniega y nada parece existir.
Se ha ido el Mesías, se ha ido el Maestro, se ha ido la luz;
"Hijo, he ahi a tu Madre" me ha dicho en la cruz.
La noche parece alargarse, la noche parece nunca acabar,
nada mitiga el gran dolor, nada mitiga la gran decepción.
¿Es todo? de nuevo pregunto:
¿adonde ha quedado aquella gran luz que ví en el Tibor?
¿adonde se ha ido el Iluminado, aquél que mostró un gran resplandor?
¿En dónde han quedado las luces, los fuegos?
¿En dónde, todo lo que prometió?
Una gran tristeza me cubre el alma.
Hijo del trueno me llamó el Maestro;
y un trueno parece haber destruido
aquello que hasta ahora creí.
¿Era el Mesías o un gran charlatán?
Lo cierto es que sea o no sea, ha llenado mi vida
con su gran Amor.
No dudes, me dice la Madre,
No dudes, me dice el corazón.
Pero la mente no entiende;
me llama cobarde; me llama maldito.
La Madre me cuida, a pesar de su gran dolor.
Acalla sus gritos y seca su llanto.
Sus manos cariñosas secan el sudor que perla mi frente,
mi cuerpo enfebrecido tiembla y se agita;
mi mente divaga, enloquecida.
Se llena de miedo y de un gran pavor.
¿Es fuego el que veo? ¿Es fuego o vapor?
Por fin mi cuerpo descansa;
se ha ido la fiebre, se aleja el temblor.
La paz inunda mi mente, mi alma se llena de un limpio frescor.
Amanece, la luz se dibuja;
atravieza la niebla y todo despeja.
Aparece el sepulcro vacío
"Aquel a quien buscan no está ya aquí".
"Perdona Dios mío no haberte creido, perdona mi falta de fé"
Mi mente ya no duda. El corazón ha vencido.
Igual que has vencido a la muerte tú.
Por Laura Aguilar Ramírez.<