AMANECE LA GLORIA Sobre el Evangelio de San Juan, capítulo XX Por Emma-Margarita R. A.-Valdés Amanece la gloria en el umbral abierto a la esperanza. La Voz se manifiesta como las Escrituras anunciaban. María Magdalena, absorta, le contempla y Él le manda llevar a sus amigos la Verdad revelada en sus palabras. Dos discípulos quieren comprobarlo, en el suelo, ordenada, la mortaja, signo de la Resurrección, y a uno de ellos se le conmueve el alma. Se reúnen, por miedo, en el Cenáculo, con las puertas cerradas. Al atardecer de aquel glorioso día, el primero de la feliz semana, se aparece Jesús a sus discípulos, en el lugar en el que se encontraban. Saluda con la Paz y les muestra las manos taladradas y su costado hendido por la última lanzada. Les envía a cumplir con la misión. El Espíritu Santo les inflama. Les da el poder de perdonar pecados. Tomás, que era discípulo, no estaba, no creería sin ver lo que sus compañeros le narraban. Ocho días después, Jesús dijo a Tomás que comprobara. Tomás tocó y creyó. Señor mío y Dios mío, es la plegaria que pronunció el incrédulo por la gloria que ante él se desvelaba. Las almas que, sin ver, en Él confían son bienaventuradas. Emma-Margarita R. A.-Valdés Si quiere enviar un mensaje recomendando estas páginas, pulse AQUÍ Añada este sitio a sus Favoritos Pascua de Resurrección Poesía trascendental Contenido Libros de Emma-Margarita R. A.-Valdés Pintor: Bartolomeo Schedoni |