VOCACIÓN. (Is. 6)


VOCACIÓN (Is. 6)
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Una brasa ardiente entre mis labios:
tu Palabra cautivante, abrasadora,
la Voz que me convoca y me enamora,
la miel que purifica mi pecado.

Ante mi los Serafines amorosos,
encendidos en el fuego que los nutre,
como antorchas del Amor que los consume,
cantan la gloria del Todopoderoso.

Santo, Santo, Santo y majestuoso,
Señor omnipotente, Amor primero,
liberador poderoso y justiciero,
darte honor y gloria es nuestro gozo.

¿A quién mandaré para que anuncie
a mi pueblo el fin de su pecado?
Que lo quiero arrepentido y rescatado
de la idolatría y la injusticia que lo cubre.

¡Aquí estoy! Mándame si quieres,
ya que mi boca tu brasa la ha cambiado
en un río de fuego cautivado
en el volcán del Amor que lo sostiene.

Mándame y hazme mensajero de tu Reino,
de tu justicia, de tu perdón, de tu ternura,
de tu paternidad, de tu misericordia y tu dulzura,
del Amor que nos convoca y su misterio.
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